Aunque parezca extraño o se le de poca difusión, existe una larga historia de mujeres en el poder. En numerosas tribus de África, por ejemplo, las madres de familia siempre han sido las líderes naturales. Sin embargo, la primera gobernante de la que se tiene registro es Ku-baba, que se convirtió en la líder de la ciudad de Ur, en Mesopotamia, dos mil quinientos años antes de Cristo. Unos siglos después, la reina Hapshetsup gobernó Egipto en la ciudad de Tebas sobrevive hasta nuestros días. Los egipcios también tuvieron otras gobernantes notables, como Nefertiti, cuya belleza sigue siendo legendaria; y Cleopatra, mujer de gran inteligencia que luchó por mantener a Egipto libre y que se suicidó al ver morir a su amante el general romano Marco Antonio.
A principios del siglo XV, una mujer comandó las tropas francesas contra el ejército inglés para convertirse en una de las heroínas más importantes de todos los tiempos. Su nombre era Juana de Arco y aunque fue acusada de brujería y quemada en la hoguera, la Iglesia la canonizó y hoy es una Santa.
En España, la reina Isabel la Católica fue decisiva para que Cristóbal Colón obtuviera financiamiento para su viaje hacia América. En Inglaterra, otra reina Isabel, extendió el poder de su reino hasta extremos nunca antes vistos, Centenares de años después, en el siglo XIX, otra reina inglesa ejercería su influencia por todo el mundo: la Reina Victoria, bajo cuyo mandato, el Reino Unido alcanzaría su mayor extensión.
A pesar de estas monarcas, en realidad la primera mujer presidente de la historia fue Sirivamo Bandaranaike, primer ministra de Sri Lanka, en 1960. Hasta hoy sólo existen 12 mujeres en todo el mundo que son jefas de gobierno de sus países. Entre ellas están Ángela Merker, de Alemania, Michelle Bachelet, de Chile y Cristina Fernández, en Argentina.
Es difícil de creer que haya tan pocas mujeres en el gobierno, pero aún es peor saber que hay lugares donde el sexo femenino no tiene prácticamente derechos.
En algunos países islámicos, las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. Por ejemplo, en Arabia Saudita, la herencia que recibe una mujer no es igual a la que puede recibir un hombre; así mismo, es más fácil que ellas sean acusadas de adulterio y hasta en ciertos casos se permite el “asesinato por honor”, cuando se cree que ellas han causado pena a su familia.
Además se impone el uso de la burka, que cubre el rostro completamente, para que la mujer no sea objeto de deseo de parte de otros hombres. Pero el caso más extremo se da en el Afganistán controlado por los Talibanes, quienes prohíben que las mujeres trabajen o estudien y llegaron a extremos absurdos como impedir el uso de tacones porque excitaban a los hombres. Sin embargo, si creemos que sólo en esas regiones hay problemas, estamos olvidando que en muchos lugares de nuestro país las mujeres siguen siendo víctimas del machismo, de la violencia física y mental y de la falta de igualdad.
Como olvidar por ejemplo, a las muertas de Juárez, que siguen esperando una respuesta a su muerte. A pesar de todos los avances sociales respecto a la igualdad entre los sexos que se han dado en los últimos años, aún falta demasiado por hacer.
